En el amor, seria un sistema primario sobre busqueda sobre pareja

En el amor, seria un sistema primario sobre busqueda sobre pareja

En el enamoramiento, el analisis de las investigadores norteamericanos evidencio que se activa sobre todo la zona cerebral (ambito ventral tegmental, en la zona subcortical) que segrega dopamina, el neurotransmisor cerebral que rige el placer. Ademas, las resonancias magneticas funcionales mostraron que al ver la alma una foto de su enamorado, aumentaba bastante la ejercicio sobre Algunos de los sistemas cerebrales que hacen el trabajo bien con la dopamina, el sobre remuneracion, intencionalidad, motivacion para conseguir una cosa.

Subraya que nunca se ha encontrado una desarrollo en la que no este presente

Arthur Aron debido a llevaba anos de vida trabaor no seguia las parametros cerebrales de las emociones (como la euforia), sino el de estas motivaciones o necesidades. Si bien intervengan emociones (esa motivacion origina euforia o ansiedad) y conductas, a nivel neurologico, el amor no es una conmocion sino una motivacion, sostiene Aron. Ese mecanismo de gratificacion que se activa en el enamoramiento esta por debajo sobre las sistemas cognitivos y emocionales en el cabeza, regula comportamientos de supervivencia igual que los que dan respuesta a la necesidad de comida o las que ademas se ha visto que actuan en un toxicomano ante el anhelo de comer https://getbride.org/es/novias-canadienses/ cocaina.

Obedeceria, en gran medida, a esos mecanismos naturales

Los investigadores observaron ejercicio en otras areas cerebrales. Stephanie Ortigue, profesora sobre Psicologia sobre la Universidad sobre Siracusa, contabilizo en el 2010 que al enamorarse se activan 12 areas diversas. Dentro de ellas, las Tenemos mas cognitivas, igual que las sobre suvenir, representacion mental o el pensamiento sobre forma del cuerpo, u diferentes a donde se sopesan las riesgos sobre perdidas/beneficios, ante el apego, No obstante igualmente en cuestiones economicas.

“El apego resulta una de estas fuerzas que mueven el mundo, por eso decidi estudiarlo –dice Helen Fisher–. Esta en el interior y seri­a universal”. “Hace 30 anos de vida que analisis el apego, y la verdad podri­a ser en las multiples investigaciones que se han hecho referente a que pasa en el tronco, en el cerebro de una sujeto, cuando se enamora, se percibe exactamente lo sea cual sea su sexo, perduracion o tambien su desarrollo, tipo socioeconomica y el punto donde reside. Es un engendro habitual a todos las humanos”, corrobora Arthur Aron.

Tenemos diferencias en el amor, pero mas bien parecen culturales ( como que en algunas culturas este mal mirada la emocion), asi­ como se han observado diferencias biologicas por sexos, No obstante no se conoce inclusive que tema son fruto de anos de vida sobre influencias culturales. y Jamas alteran las mecanismos basicos.

“A las mujeres y los varones no les agrada exactamente lo, ni actuan igual, no obstante cuando se enamoren funcione el similar mecanismo cerebral con pocas diferencias –senala Fisher–. En los hombres, como podri­a ser, hemos observado mas actividad en zonas de el cerebro relacionadas con lo visual, y en mujeres, con las recuerdos. En caso de que se reflexiona, a lo largo de milenios el adulto miraba a la femina si le valia igual que pareja, entretanto que la mujer muchas veces nunca podia ver a ese adulto; igualmente el hombre seri­a gran consumidor de pornografia… una diferente diferenciacion es que parece que las chicas se enamoran mas agil, sin embargo el varon desea ir a vivir juntos mas veloz que la femina. Tenemos diferencias en el momento de la opcion sobre pareja, No obstante nunca conocemos cuanto las condicionan los causas psicosociales.

Fisher sostiene que la justificacion por la que el apego seri­a universal asi­ como sus mecanismos naturales poseen trazos comunes en variados especies animales podri­a ser el amor humano derivo de un mecanismo priiento, que desde Darwin se ha observado en demasiadas especies de mamiferos asi­ como Incluso de aves. En su pensamiento, el amor seri­a un instinto.

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